Wednesday, April 21, 2010

Lágrimas tardías

Todavía soy capaz de llorar un poco. Pero este sentimiento no es por mi, ni por la situación.

Lloro por todo lo que se fue con tu muerte. La persona que se perdió.

Eras, en ese entonces, una niña dulce de mirada inocente. La mujer perfecta que me hizo dejar todo. Eras aquella, única, mia.

En ese tiempo poseias en tu cuerpo la alegría de mis sueños. Eran tus labios la próspera meta de todos mis esfuerzos y, tu sonrisa: tu sonrisa simulaba en mi la presea mayor y el conjuro de mis desvelos.

Es que eras especial. Eras la mujer que amanecía todas las albas a mi lado, y que yo contemplaba cada ocaso aún virgen.

Eran noches en que nuestra cama se convertía en altar de elevadísimos rituales. Altar donde se sacrificaban las penas, los malos ratos, las discusiones. Cultos en los que una diosa me permitía acceder a sus favores y agigantar mis alegrías.

Era entonces, tu desnudez, un ícono limpio y puro de mis más desesperados deseos. Era, tu rostro, el rostros de mis anhelos.

Eran tiempos buenos. Eras tu, entonces, una flor extraña y exótica, nunca vista en público sino reservada solamente para tu más fiel devoto.

Aún me acongojo, pues tu muerte me ha hecho perder mi todo. Es, mi pena tardía, la más clara prueba del amor más puro e incondicional.

Pero es necesario dejar la pena. Al fin, muerta estás y no se halla entre tus planes resucitar.

Tienes ahora devotos de tu cadáver, quien acaricie tus restos y finja amar tus despojos.

Te has conformado con tu nuevo devoto. No quieres volver a ser diosa. Yo solo puedo pertenecer a una diosa. Te has acostumbrado a ser cadáver, bajo el cariño falaz e hipócrita del buitre carroñero. Es este, tu buitre devoto, quien se alimentará de tus entranas y de tus mariposas muertas y luego, abandonará tus huesos al tiempo, donde se secarán por completo, serán olvidados y se confundirán en el desierto en que habitas.

Mientras, tus mariposas, abandonarán su refugio estéril de cariño, y se perderán en el horizonte de la vida, recordando tus huesos, como yo recuerdo a mi diosa.

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