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Cada centavo que uno tiene es alícuota de poder, solo en la medida en que otro lo necesita.
Me explico: no es que el dinero traiga poder por si mismo. Lo que sucede es que, la necesidad de los medios que otro tiene, subordina al necesitado a las intransigencias del abastecido.
Entonces, cómo es que una persona económicamente promedio, llega a obtener grandes cuotas de poder? Simple: con astucia, deberá generar necesidades en los otros; necesidades que solo él pueda suplir.
Es aquí donde el dinero pierde su valor en términos de poder. El conocimiento y el manejo de la información toman un nuevo lugar en el campo político e, incluso, en las relaciones interpersonales. no se trata de utilizar la información como medio de chantaje (que bien puede funcionar); sino utilizar el conocimiento para volverse indispensable.
Pero también debe observarse que, en nuestro mundo actual y con el uso de los nuevos sistemas de comunicación e información, el conocimiento es cada vez más público y fácil de encontrar por cualquier persona, de manera instantánea y casi siempre gratuita. El perpetuo perfeccionamiento es indispensable.
Con lo dicho, podemos asentir que, el proletariado ha sido extinto, y el capitalismo se halla en franca decadencia. El mundo será de los intelectuales.
Con el pánico de ser dominados por una raza de nerds y geeks, me apresuro a retomar mis estudios.
Tratados cortos, simples y verticales de realidades confusas, oscuras o, simplemente, desapercibidas. O viceversa. A veces con humor, otras, con sarcasmo, otras, con mucha seriedad, un poco de ira, e incluso impotencia. En todo caso, una simple pero diferente forma de ver las cosas.
Thursday, September 13, 2012
Wednesday, July 25, 2012
Origen del mal #2: Los descolados, y la publicidad engañosa.
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Uno de esos, que algunos consideramos grandes arquitectos, tan grande fue que, en solo siete jornadas, y prácticamente sin asesoría, edificó lo que después llamaría el “Edén Social Club”; del cual, además de ser el constructor, era el dueño, administrador, barman y guardia de la puerta.
Simpático lugar este “Edén”. Pese a que entraba todo tipo de animal, se armaban muy buenas fiestas, mucha comida, bebida y demás.
En una ocasión, el barman-dios, presentó una enorme botella de Zhumir Manzana, en pleno medio del club. Y, seguramente, esa botella era para la hora loca, porque, pese a dejarla a vista, gusto y alcance de todos los fiesteros, el barman-dios dijo: “Podeis beber de todas las botellas del Edén, menos de esta”. Y nadie entendía por qué había decidido así el barman-dios, pero como también fungía de guardia de seguridad, y estaba grandote, y gritaba fuerte, todos decidieron no complicarse, y seguir la fiesta.
También estaba en la fiesta el mamífero bípedo. Si, ese que, por ser el mimado de la creación aprendió a ser estúpido, y aniñado, además.
Este mamífero bípedo, curioso y travieso, decidió omitir obediencia al barman-dios; y, dándose modos, tomó la botelllita de Z-Manzana, se la llevó, se la abrió y se la bebió. Luego nos enteramos que, todo este afán aventurero, no era, sino, para complacer el capricho de su pareja. Así, fueron descubiertos, bebiendo el licor prohibido.
Llegó, presto, el barman-dios-guardia, grandote como gorila, con su camiseta negra en la que se leía “staff”, los reprendió diciendo: “Puesto que me han desobedecido, deberán dejar el Edén”.
Claro, había que negociar el asunto, así que, el ebrio bípedo entabló discusión con el barman-dios, en estos términos:
Oye, no seas malito, por una botella como te haces drama.
Debeis salir!
Pero si todos están farreando igual, ultimadamente, yo pagué mi entrada!
Nos reservamos el derecho de admisión.
Déjate de pendejadas, me haces quedar mal con la novia, no hagas pito.
Es vuestro problema el haber desobedecido.
A la mierda! Pero si ella es la que me dice que coja la botella, que no me ha de pasar nada, que rico es el Z-Manzana. Yo ni sabía que no se podía coger, no fue mayor cosa.
Vos sois responsable por tus actos, no culpes a tu mujer.
Carajo! Que esta mujer ya me cuesta una costilla, una botella y, ahora, hasta la fiesta!
Salid!!
No seas malito...
Salid os digo!!!
Dicho esto último, el guardia-dios, tomó a la pareja (no me pidan explicar de qué parte los tomó, porque estaban desnudos) y, haciendo gala de su grandísima fuerza, los hechó del Eden Social Club por la puerta de servicio. A un charco fueron a aterrizar los dos. Indignados quedaron, sobre todo él, quien reclamaba a viva voz su derecho a estar dentro del Edén, mientras sostenía en alto el boleto de ingreso a la fiesta.
Ella, descomplicada, solo quería ir a casa, pero las llaves quedaron dentro del Edén. Jodidos estaban, necesitaban y querían entrar, pero no les era permitido.
Vagaron por las calles frías, durmieron como pudieron bajo la luz de las estrellas, pensando en la manera de cobrar venganza. Y es que así funciona esto: no existiera venganza si no existieran motivos. No es malo quien se venga, sino quien motiva esa venganza. La venganza es un acto de justicia, no de soberbia. La venganza es justa porque empareja la situación.
Organizaremos otro Social Club!- dijo él,
Yo tengo un amigo que nos puede poner el capital – dijo ella.
Dicho, buscaron al capitalista, un tal Lucio Fernando, que de cariño le decían LuciFer. Simpático y poderoso caballero, muy rico y descomplicado, además. Gustoso aceptó la propuesta de inversión de este par de bípedos. Vió, el inversionista, con muy buenos ojos eso de meter gente a un lugar, darle algo de bienestar y, con eso, cobrarle la vida entera.
El modelo de negocio no lo inventó LuciFer, solo lo copió del barman-dios. A la final, no son muy diferentes uno del otro, a la hora del té, el negocio es igual, cobran lo mismo y ofrecen lo mismo. Aunque, LuciFer, hábil negociante, ofrece ciertos valores añadidos que, conforme dicen, atraen a más gente.
Pronto, la guerra comercial se expandía, cada uno reclamaba más espacio de mercado. Al jugoso negocio se presentaron más inversionistas, cada uno buscaba ponerse su propio “Social Club”. Los dos primeros no desaprovecharon el negocio, y se asociaron con los nuevos, así, a la fecha, existen cientos de estos clubes, unos con aportaciones del barman-dios, y otros del Lucio Fernando. Muchos nombres diferentes, mucho clubes diferentes, unos que dicen ser testigos del barman, otros que dicen que LuciFer les ha pedido pagos de sangre. Al final, el objetivo es uno solo: llenar sus clubes con más gente, obtener más dinero y más poder.
Dios crea el negocio, los descolados buscan venganza, LuciFer, inocente inversionista, ve un buen negocio. Entre los descolados y LuciFer copian el modelo de negocio de Dios. Otros tambien aprovechan.
Luego, Dios inició su campaña de marketing, vendiendo la idea de que su club es VIP, y que todo lo que se hace en los demás clubes está mal, el peligroso o insano. Convenció a sus fanáticos de emprender lucha contra los asistentes a otros clubes, inició guerras y promovió masacres. Todo, con el fin de mantener el negocio a flote.
¿Donde está el mal, si todos los clubes son, básicamente, iguales?
Este es otro origen del mal: la venganza de los descolados y la campaña publicitaria del primer negociante.
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Uno de esos, que algunos consideramos grandes arquitectos, tan grande fue que, en solo siete jornadas, y prácticamente sin asesoría, edificó lo que después llamaría el “Edén Social Club”; del cual, además de ser el constructor, era el dueño, administrador, barman y guardia de la puerta.
Simpático lugar este “Edén”. Pese a que entraba todo tipo de animal, se armaban muy buenas fiestas, mucha comida, bebida y demás.
En una ocasión, el barman-dios, presentó una enorme botella de Zhumir Manzana, en pleno medio del club. Y, seguramente, esa botella era para la hora loca, porque, pese a dejarla a vista, gusto y alcance de todos los fiesteros, el barman-dios dijo: “Podeis beber de todas las botellas del Edén, menos de esta”. Y nadie entendía por qué había decidido así el barman-dios, pero como también fungía de guardia de seguridad, y estaba grandote, y gritaba fuerte, todos decidieron no complicarse, y seguir la fiesta.
También estaba en la fiesta el mamífero bípedo. Si, ese que, por ser el mimado de la creación aprendió a ser estúpido, y aniñado, además.
Este mamífero bípedo, curioso y travieso, decidió omitir obediencia al barman-dios; y, dándose modos, tomó la botelllita de Z-Manzana, se la llevó, se la abrió y se la bebió. Luego nos enteramos que, todo este afán aventurero, no era, sino, para complacer el capricho de su pareja. Así, fueron descubiertos, bebiendo el licor prohibido.
Llegó, presto, el barman-dios-guardia, grandote como gorila, con su camiseta negra en la que se leía “staff”, los reprendió diciendo: “Puesto que me han desobedecido, deberán dejar el Edén”.
Claro, había que negociar el asunto, así que, el ebrio bípedo entabló discusión con el barman-dios, en estos términos:
Oye, no seas malito, por una botella como te haces drama.
Debeis salir!
Pero si todos están farreando igual, ultimadamente, yo pagué mi entrada!
Nos reservamos el derecho de admisión.
Déjate de pendejadas, me haces quedar mal con la novia, no hagas pito.
Es vuestro problema el haber desobedecido.
A la mierda! Pero si ella es la que me dice que coja la botella, que no me ha de pasar nada, que rico es el Z-Manzana. Yo ni sabía que no se podía coger, no fue mayor cosa.
Vos sois responsable por tus actos, no culpes a tu mujer.
Carajo! Que esta mujer ya me cuesta una costilla, una botella y, ahora, hasta la fiesta!
Salid!!
No seas malito...
Salid os digo!!!
Dicho esto último, el guardia-dios, tomó a la pareja (no me pidan explicar de qué parte los tomó, porque estaban desnudos) y, haciendo gala de su grandísima fuerza, los hechó del Eden Social Club por la puerta de servicio. A un charco fueron a aterrizar los dos. Indignados quedaron, sobre todo él, quien reclamaba a viva voz su derecho a estar dentro del Edén, mientras sostenía en alto el boleto de ingreso a la fiesta.
Ella, descomplicada, solo quería ir a casa, pero las llaves quedaron dentro del Edén. Jodidos estaban, necesitaban y querían entrar, pero no les era permitido.
Vagaron por las calles frías, durmieron como pudieron bajo la luz de las estrellas, pensando en la manera de cobrar venganza. Y es que así funciona esto: no existiera venganza si no existieran motivos. No es malo quien se venga, sino quien motiva esa venganza. La venganza es un acto de justicia, no de soberbia. La venganza es justa porque empareja la situación.
Organizaremos otro Social Club!- dijo él,
Yo tengo un amigo que nos puede poner el capital – dijo ella.
Dicho, buscaron al capitalista, un tal Lucio Fernando, que de cariño le decían LuciFer. Simpático y poderoso caballero, muy rico y descomplicado, además. Gustoso aceptó la propuesta de inversión de este par de bípedos. Vió, el inversionista, con muy buenos ojos eso de meter gente a un lugar, darle algo de bienestar y, con eso, cobrarle la vida entera.
El modelo de negocio no lo inventó LuciFer, solo lo copió del barman-dios. A la final, no son muy diferentes uno del otro, a la hora del té, el negocio es igual, cobran lo mismo y ofrecen lo mismo. Aunque, LuciFer, hábil negociante, ofrece ciertos valores añadidos que, conforme dicen, atraen a más gente.
Pronto, la guerra comercial se expandía, cada uno reclamaba más espacio de mercado. Al jugoso negocio se presentaron más inversionistas, cada uno buscaba ponerse su propio “Social Club”. Los dos primeros no desaprovecharon el negocio, y se asociaron con los nuevos, así, a la fecha, existen cientos de estos clubes, unos con aportaciones del barman-dios, y otros del Lucio Fernando. Muchos nombres diferentes, mucho clubes diferentes, unos que dicen ser testigos del barman, otros que dicen que LuciFer les ha pedido pagos de sangre. Al final, el objetivo es uno solo: llenar sus clubes con más gente, obtener más dinero y más poder.
Dios crea el negocio, los descolados buscan venganza, LuciFer, inocente inversionista, ve un buen negocio. Entre los descolados y LuciFer copian el modelo de negocio de Dios. Otros tambien aprovechan.
Luego, Dios inició su campaña de marketing, vendiendo la idea de que su club es VIP, y que todo lo que se hace en los demás clubes está mal, el peligroso o insano. Convenció a sus fanáticos de emprender lucha contra los asistentes a otros clubes, inició guerras y promovió masacres. Todo, con el fin de mantener el negocio a flote.
¿Donde está el mal, si todos los clubes son, básicamente, iguales?
Este es otro origen del mal: la venganza de los descolados y la campaña publicitaria del primer negociante.
Tuesday, July 3, 2012
Origen del mal #1: Dios de vacaciones.
Teoría del origen del mal No.1. Dios está de vacaciones.
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Así, llegado el séptimo día, Dios tornó su vista al mundo, y vio que lo que había hecho era bueno. Demasiado bueno. Faltaba algo, todo lo creado era, por bueno, aburrido.
Como aburrido estaba Dios, y cansado, además; se propuso reposar, merecidamente, a la sombra del árbol del conocimiento. Para despistar a sus fans, paparazzis y también a sus detractores – que toda obra, por más buena y nueva que sea, encuentra a quien no gustarle -, tomó la forma de una serpiente. Nada llama menos la atención que una serpiente dormitando en un árbol - si, claro! -.
Adormitada la culebra, más aburrida se hallaba. Aburrida la culebra, distracción necesitaba.
Y, justamente en esos momentos, apareció muy cerca el mamífero bípedo, mismo que, a fuerza de ser el mimado de la creación, aprendió a ser estúpido. Y, viendo tan fácil presa de juegos, la serpiente-dios dijo: “He aquí a la obra favorita de toda mi creación, y heme aquí, en mi más santísimo aburrimiento. Vamos a ver, si le jodemos un ratito...”
El resto del cuento es ya conocido por todos: en busca de su distracción, tentó la serpiente al hombre, para ver si le jodía un ratito. Y, afirman los teólogos, que, en efecto, nos jodió bastante.
En su forma de serpiente, un dios descansaba de ser Dios. Luego, el Diablo, no es sino el descanso que se toma Dios cada siete días. Y que nadie se lo reclame! Que, por mandato constitucional, todos tenemos derecho al descanso. Y a vacaciones también.
Y este es el origen del mal: no la pobre y aburrida culebrita, sino los descansos del creador.
Y si, los últimos tiempos, parecen demasiado “poco aburridos”, por no decir, malos y casi sodómicos, no podemos culpar al creador, no. Y es que él no ha hecho nada los últimos tiempos, porque Dios está de incógnito. Dios está de vacaciones.
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Así, llegado el séptimo día, Dios tornó su vista al mundo, y vio que lo que había hecho era bueno. Demasiado bueno. Faltaba algo, todo lo creado era, por bueno, aburrido.
Como aburrido estaba Dios, y cansado, además; se propuso reposar, merecidamente, a la sombra del árbol del conocimiento. Para despistar a sus fans, paparazzis y también a sus detractores – que toda obra, por más buena y nueva que sea, encuentra a quien no gustarle -, tomó la forma de una serpiente. Nada llama menos la atención que una serpiente dormitando en un árbol - si, claro! -.
Adormitada la culebra, más aburrida se hallaba. Aburrida la culebra, distracción necesitaba.
Y, justamente en esos momentos, apareció muy cerca el mamífero bípedo, mismo que, a fuerza de ser el mimado de la creación, aprendió a ser estúpido. Y, viendo tan fácil presa de juegos, la serpiente-dios dijo: “He aquí a la obra favorita de toda mi creación, y heme aquí, en mi más santísimo aburrimiento. Vamos a ver, si le jodemos un ratito...”
El resto del cuento es ya conocido por todos: en busca de su distracción, tentó la serpiente al hombre, para ver si le jodía un ratito. Y, afirman los teólogos, que, en efecto, nos jodió bastante.
En su forma de serpiente, un dios descansaba de ser Dios. Luego, el Diablo, no es sino el descanso que se toma Dios cada siete días. Y que nadie se lo reclame! Que, por mandato constitucional, todos tenemos derecho al descanso. Y a vacaciones también.
Y este es el origen del mal: no la pobre y aburrida culebrita, sino los descansos del creador.
Y si, los últimos tiempos, parecen demasiado “poco aburridos”, por no decir, malos y casi sodómicos, no podemos culpar al creador, no. Y es que él no ha hecho nada los últimos tiempos, porque Dios está de incógnito. Dios está de vacaciones.
Tuesday, April 3, 2012
El fin de la novela
Llevaba sus jeans viejos, esos que me gustaron tanto cuando la conocí, ya hace más de cinco años. Sus cabellos estaban alborotados y cubrían levemente su rostro blanco como la nieve. Sus ojos, hermosos, mantenían la mirada perdida en el techo inconmensurable y sus labios aún se mostraban dulces. Su cuello parecía fresco, pese a las marcas que aparecían en el. Sobre su pecho, un dije barato, cuya procedencia desconozco. Su torso, vestido con una ligera blusa de algodón, se me antojaba llamativamente, por su cintura estrecha, gracias a varios tratamientos que no lograron disimular las estrías que mi pasión causó. Su pantalón viejo la hacía parecer más joven a mis ojos, mientras cubrían sus piernas que se cruzaban inertes sobre si mismas. Y en sus diminutos pies, un par de zapatitos rojos para correr, de esos que están de moda entre las chiquillas.
La escena era perfecta. Ella estaba allí, aún hermosa y pareciendo llamarme a su lado. Todo era cual lo había esperado desde hace semanas. Salvo por algunos inconvenientes devenidos de mi celo y furia.
Era, en ese momento su cuerpo, perfecto para mi disfrute. Hubiese sido hermoso encontrarla así, cual la describo, en mi cama, esperándome; mas no sobre las baldosas del baño, que antes de todo eran blancas. Y es que así la encontré: perfecta, hermosa, tendida sobre el piso con su mirada perdida y su cuerpo inerte. Así la dejé, con sus pechos perdidos en su blusa blanca de algodón, que había ya absorbido gran parte del carmesí de sus heridas. En sus muñecas, las marcas de mis dedos y en su cuello las señales de mi furia.
Doce puñaladas había podido asestarle, diez en el pecho y dos en su abdomen que, hace años ya, hubo cargado a mis hijos. No fui yo, creo. Es decir, no lo recuerdo bien. Pero en todo caso, eso dice el reporte policial, y yo les creo. Les creo, justamente porque no recuerdo lo que pasó con claridad.
Lo que si recuerdo es su cuerpo delicioso, sus brazos abiertos sobre el suelo y sus manos cerradas con fuerza. En uno de sus dedos, un anillo que no le había dado yo, y en su antebrazo, un tatuaje que no conocía con un nombre que no era el mio. Sus piernas, más delgadas que antes, sus ojos perdidos y el diminuto hilo de sangre que escurría de la comisura izquierda de su boca. Recuerdo mi sorpresa, al encontrarla ahí, sin saber que había pasado, recuerdo despertar y verla allí, muerta. Pero también recuerdo con más sorpresa haberme encontrado a mi mismo, despertar de pie junto a su cuerpo, con mi mano izquierda dolorida y llena de su sangre, y mi mano derecha empuñada, cerrada firmemente sobre un cuchillo de cocina viejo, y la habitación destrozada.
Recuerdo también haber sentido algo extraño en mi pecho: un corazón acelerado que parecía salirse de su lugar. Recuerdo la sensación de sequedad en mi garganta, la casi imposibilidad de respirar. Mis piernas temblando y las ansias de emprender carrera sin destino.
Así lo recuerdo, no más, no menos. Pero reparo en intentar recordarlo. Al final, estoy aquí, solo en mi celda de dos por cuatro metros, con dieciséis años pendientes, en los cuales, seguro, recordaré lo que sucedió, y podré justificar mi inocencia para mi mismo. Mi inocencia, si; porque quien la mató no fui yo, sino el extraño hombre que ella mismo fabricó.
Thursday, March 15, 2012
Sociedad canina.
Había una vez, un hombre, no se sabe que tan sabio, pero tenía un pan.
Con una jauría de perros hambrientos se encontró. La jauría bien puede matar al hombre por su pan. Mordieron al hombre por su pan. El pan les entregó. Dos de ellos engulleron el pan.
Sin pan el hombre, sin pan los perros. Al hombre mataron los canes. Cuatro de ellos, satisfechos.
Sin pan el hombre, sin pan los perros, sin hombre los perros, pocos satisfechos: con hambre los mas.Sin hombre los muchos, sin hambre los pocos.
Los muchos mataron a los pocos. Menos se satisfacen. De entre los muchos nacen nuevos pocos.
Sin pocos los muchos, sin hambre los nuevos pocos, los aún muchos matan a los nuevos pocos. Y aún menos se satisfacen, y mueren nuevamente en las fauces de los todavía muchos que se van convirtiendo en menos: se transforman en pocos.
Recordemos: los pocos mueren, los muchos matan, pero no calman su hambre.
Recordemos: al principio, alguna vez, hubo un hombre. Hoy, solo muchos perros quedan.
Por pan, extinto el hombre. Por perro, muerto el perro.
Amigos, esto es lo que llamamos "lucha de clases": el motor de la evolución social. De la sociedad de los perros.
Con una jauría de perros hambrientos se encontró. La jauría bien puede matar al hombre por su pan. Mordieron al hombre por su pan. El pan les entregó. Dos de ellos engulleron el pan.
Sin pan el hombre, sin pan los perros. Al hombre mataron los canes. Cuatro de ellos, satisfechos.
Sin pan el hombre, sin pan los perros, sin hombre los perros, pocos satisfechos: con hambre los mas.Sin hombre los muchos, sin hambre los pocos.
Los muchos mataron a los pocos. Menos se satisfacen. De entre los muchos nacen nuevos pocos.
Sin pocos los muchos, sin hambre los nuevos pocos, los aún muchos matan a los nuevos pocos. Y aún menos se satisfacen, y mueren nuevamente en las fauces de los todavía muchos que se van convirtiendo en menos: se transforman en pocos.
Recordemos: los pocos mueren, los muchos matan, pero no calman su hambre.
Recordemos: al principio, alguna vez, hubo un hombre. Hoy, solo muchos perros quedan.
Por pan, extinto el hombre. Por perro, muerto el perro.
Amigos, esto es lo que llamamos "lucha de clases": el motor de la evolución social. De la sociedad de los perros.
Thursday, March 8, 2012
Estoy con bichos
Eso es lo que te dicen de niño cuando tienes parásitos en el estómago: "estas con bichos".
Acaso a nadie le ha pasado? Quien esté libre de bichos que tire el primer comentario. Y es que así me siento yo. Para quien haya seguido este blog, y haya podido leer entre líneas, le será fácil entender el por qué de mi afirmación. Y es que, muertas las mariposas, ¿qué tipo de alimañas podrá albergar la barriga? Pues cualquier otra alimaña, claro. A la final, el espacio se encuentra disponible para ser ocupado por la primera especie necesitada de cobijo.
Y así sucedió. Por aquí ha pasado más de un parásito, a disfrutar de lo que puede tomar y a dejar lo que le pueda sobrar. Tampoco quiero pasar por víctima de etíope hambruna, pues si tanto animal he cargado, es porque tanto animal he comido. Si, pues: primero el gozo y luego el bicho pegado a mi. No se si tenga mucho sentido, pero he sido yo quien ha optado por cargar alimañas. Puede ser que, por el hambre general, y el vacío dejado por las ex residentes mariposas, haya yo olvidado cómo cuidar mi alimentación. Pues chatarra he comido últimamente, y no era fea, ni poca, ni toxica. Pero tampoco me ayudaba mucho. Solo mataba el hambre.
Pues, la cosa es, que traté de desparasitarme, comiendo "light". Así vinieron dietitas vegetarianas, sin mucha sal y sin mucha azucar, platos bien presentados pero con poco contenido calórico, otros muy calóricos pero nada sabrosos, otros sabrosos pero no muy bien presentados y, en fin, que se ha comido de todo. Nada, sigue la sensación de pesadez.
En el afán de sacarme esta grosera enfermedad, probé un plato típico de Krosvygrado (o era de la República de los Cocos?), consistente en fetuccini al pesto y carne cocida al estilo tailandés (el famoso pesto-tay). Y no tienen idea lo bien que se siente. muy recomendable, pero no me quiten el plato.
Así, con tal extraña receta, no solo que salieron las alimañas (no explicaré cómo ni por dónde), sino que descubrí que algunos de los asquerosos gusanos que alli (aqui) vivian, no eran nuevos residentes, sino que eran sobrevivientes de la extinta raza de Mariposa Atlante, que, entre bilis y otros ácidos, había dejado sus huevos en mi interior (léase de manera poética, si se puede). Libres de la competencia monopólica de las otras especies desterradas, estos extraños gusanitos repoblaron el tracto digestivo, y comenzaron a hacer pupas (bolas de filamentos textiles que excretan los mismos animales) del tamaño de bolas de golf. Esto me causó muchas molestias, así que intenté desacerme de ellos de una vez por todas. No se dejaron.
Extraña especie la de estos gusanitos: llegan al borde de la extinción, y son incapaces de crecer hasta que se les da la mínima oportunidad; luego, uno no se deshace de ellos.
Enquistado el bicho, algo extraño: mariposas mismo han sido. Más extraña la sensación: hambre pero de una sola cosa, eterna necesidad; perenne faltar algo, imprescriptible extrañar.
Asi me encuentro ahora: Schmetterlinge im Bauch, lleno de bichos; es decir, de un solo bicho, que acapara todo, que mueve todo, que puede todo. Que cambia todo.
Simpático esto.
Como siempre, no escribo para todos, así que habrá necesidad de leer entre líneas, para variar. A quien pueda entender, buen provecho.
Ya ven por que no he escrito?
:)
Acaso a nadie le ha pasado? Quien esté libre de bichos que tire el primer comentario. Y es que así me siento yo. Para quien haya seguido este blog, y haya podido leer entre líneas, le será fácil entender el por qué de mi afirmación. Y es que, muertas las mariposas, ¿qué tipo de alimañas podrá albergar la barriga? Pues cualquier otra alimaña, claro. A la final, el espacio se encuentra disponible para ser ocupado por la primera especie necesitada de cobijo.
Y así sucedió. Por aquí ha pasado más de un parásito, a disfrutar de lo que puede tomar y a dejar lo que le pueda sobrar. Tampoco quiero pasar por víctima de etíope hambruna, pues si tanto animal he cargado, es porque tanto animal he comido. Si, pues: primero el gozo y luego el bicho pegado a mi. No se si tenga mucho sentido, pero he sido yo quien ha optado por cargar alimañas. Puede ser que, por el hambre general, y el vacío dejado por las ex residentes mariposas, haya yo olvidado cómo cuidar mi alimentación. Pues chatarra he comido últimamente, y no era fea, ni poca, ni toxica. Pero tampoco me ayudaba mucho. Solo mataba el hambre.
Pues, la cosa es, que traté de desparasitarme, comiendo "light". Así vinieron dietitas vegetarianas, sin mucha sal y sin mucha azucar, platos bien presentados pero con poco contenido calórico, otros muy calóricos pero nada sabrosos, otros sabrosos pero no muy bien presentados y, en fin, que se ha comido de todo. Nada, sigue la sensación de pesadez.
En el afán de sacarme esta grosera enfermedad, probé un plato típico de Krosvygrado (o era de la República de los Cocos?), consistente en fetuccini al pesto y carne cocida al estilo tailandés (el famoso pesto-tay). Y no tienen idea lo bien que se siente. muy recomendable, pero no me quiten el plato.
Así, con tal extraña receta, no solo que salieron las alimañas (no explicaré cómo ni por dónde), sino que descubrí que algunos de los asquerosos gusanos que alli (aqui) vivian, no eran nuevos residentes, sino que eran sobrevivientes de la extinta raza de Mariposa Atlante, que, entre bilis y otros ácidos, había dejado sus huevos en mi interior (léase de manera poética, si se puede). Libres de la competencia monopólica de las otras especies desterradas, estos extraños gusanitos repoblaron el tracto digestivo, y comenzaron a hacer pupas (bolas de filamentos textiles que excretan los mismos animales) del tamaño de bolas de golf. Esto me causó muchas molestias, así que intenté desacerme de ellos de una vez por todas. No se dejaron.
Extraña especie la de estos gusanitos: llegan al borde de la extinción, y son incapaces de crecer hasta que se les da la mínima oportunidad; luego, uno no se deshace de ellos.
Enquistado el bicho, algo extraño: mariposas mismo han sido. Más extraña la sensación: hambre pero de una sola cosa, eterna necesidad; perenne faltar algo, imprescriptible extrañar.
Asi me encuentro ahora: Schmetterlinge im Bauch, lleno de bichos; es decir, de un solo bicho, que acapara todo, que mueve todo, que puede todo. Que cambia todo.
Simpático esto.
Como siempre, no escribo para todos, así que habrá necesidad de leer entre líneas, para variar. A quien pueda entender, buen provecho.
Ya ven por que no he escrito?
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