Cuando pones tu rostro junto al mio, y haces esa carita, como la del gato de Shrek, y lanzas una mentira descarada, ya no me sorprende.
Y si dices que me extrañas, mientras atacas cada intento de acercamiento, o mientras él acaricia tu pelo, ya no me sorprende.
Aún puedes venderme sonrisas, y gritar amores al viento. Todavía puedes llenarme la cabeza de mariposas; aunque sé que tienes el puñal listo. Pero ya no me sorprende.
Y si, mientras hacemos el amor, juegas en tu mente con mi rostro, y haces que mi nombre suene diferente, tampoco me sorprenderé.
Ya no espero nada de ti; pero de tu parte puedo preveer todo. Es que eres omnipotentemente audaz: eres capáz de cualquier cosa.
Aunque si me sorprenderé a mi mismo, si, acallara mis sentidos para seguir viviendo en tu falacia. Si me viere complacido con tiempos prestados, aquellos que él te permita, o que tú, en otro juego de falsedades, le hayas arrebatado.
Mi sorpresa será si, en mi insensibilidad, algo pueda brotar de entre las piedras. En este corazón de roca, haya una grieta, donde tú, hierba mala, puedas florecer.
Tratados cortos, simples y verticales de realidades confusas, oscuras o, simplemente, desapercibidas. O viceversa. A veces con humor, otras, con sarcasmo, otras, con mucha seriedad, un poco de ira, e incluso impotencia. En todo caso, una simple pero diferente forma de ver las cosas.
Thursday, July 23, 2009
Thursday, July 9, 2009
Tu novio tambien ha muerto
Es el cadáver de mi novia, eso es lo que me hace hablar contigo, aunque seas su asesina.
Ahora ya no estoy. En un acto de venganza irónica, he matado también a tu novio. Y tú me ayudaste. Eres la autora material de la muerte de mi novia, y autora intelectual de ese crímen que me obligaste a cometer.
Sin embargo, la venganza no me produce paz. Es un crímen que me duele. El cadáver de tu novio también es un bello cadáver. He matado a un gran hombre. Él dió pelea, se defenfió con lágrimas. Lanzaba golpes de paciencia y afecto. Él esperaba que tú acudieras en su rescate, pero no llegaste. No pudo contener su grito impotente, cuando supo que tú misma orquestaste su muerte.
Su fin no fué rápido. Tú lo torturaste bastante, y yo, yo solo terminé el trabajo. Si. En verdad, tu acabaste con los dos. Mi novia murió en tus manos, y tu novio murió en tus brazos. Es más, aún no se si realmente yo lo maté, o si solo fuí, como siempre, un instrumento tuyo.
Mas el hecho es que ahora soy un asesino. Me has vuelto un criminal. Ahora soy como tú. No siento. Insensible soy. Pero yo puedo cambiar, puedo volver. Volver a lo que era, mas no a lo que estaba, pues mi novia ha muerto. Me retiraré del odio, dejaré de pensar en mi novia y en su asesina. Porque no quiero ser asesino.
Pero ya lo soy, solo me queda volver a casa, hallar de nuevo lo viejo, para ser menos como tú y más como yo.
Sin emabrgo, una cosa me preocupa, pues ambos somos ahora criminales. Yo no te recriminaré tu delito, pues ya me he vengado, y ya te he perdonado. Tu no recriminarás em mío, puesto que tú misma lo cometiste.
Y al final, quedan dos homicidas y dos cadáveres. Pero yo solo tengo un cadáver... quién se quedó con el otro?
El otro, el otro se quedó en la vera de tu camino.
Ahora ya no estoy. En un acto de venganza irónica, he matado también a tu novio. Y tú me ayudaste. Eres la autora material de la muerte de mi novia, y autora intelectual de ese crímen que me obligaste a cometer.
Sin embargo, la venganza no me produce paz. Es un crímen que me duele. El cadáver de tu novio también es un bello cadáver. He matado a un gran hombre. Él dió pelea, se defenfió con lágrimas. Lanzaba golpes de paciencia y afecto. Él esperaba que tú acudieras en su rescate, pero no llegaste. No pudo contener su grito impotente, cuando supo que tú misma orquestaste su muerte.
Su fin no fué rápido. Tú lo torturaste bastante, y yo, yo solo terminé el trabajo. Si. En verdad, tu acabaste con los dos. Mi novia murió en tus manos, y tu novio murió en tus brazos. Es más, aún no se si realmente yo lo maté, o si solo fuí, como siempre, un instrumento tuyo.
Mas el hecho es que ahora soy un asesino. Me has vuelto un criminal. Ahora soy como tú. No siento. Insensible soy. Pero yo puedo cambiar, puedo volver. Volver a lo que era, mas no a lo que estaba, pues mi novia ha muerto. Me retiraré del odio, dejaré de pensar en mi novia y en su asesina. Porque no quiero ser asesino.
Pero ya lo soy, solo me queda volver a casa, hallar de nuevo lo viejo, para ser menos como tú y más como yo.
Sin emabrgo, una cosa me preocupa, pues ambos somos ahora criminales. Yo no te recriminaré tu delito, pues ya me he vengado, y ya te he perdonado. Tu no recriminarás em mío, puesto que tú misma lo cometiste.
Y al final, quedan dos homicidas y dos cadáveres. Pero yo solo tengo un cadáver... quién se quedó con el otro?
El otro, el otro se quedó en la vera de tu camino.
Etiquetas:
asesino,
criminal,
novio muerto,
venganza
Thursday, July 2, 2009
Mi novia ha muerto.
Mi novia ha muerto. La vi agonizar a mi lado. Mi medicina pareció empeorarla. Ahora ha muerto, aunque creo que ya había estado muerta.
De pronto, me hallo frente a su cadáver. No se, exactamente, cuánto tiempo lleva muerta, solo se que apenas ahora puedo ver su cadáver.
No se qué hacer con sus despojos. Se me hace fácil abandonarlos a la orilla de mi camino; pero siento que quiero velar su cuerpo un poco más. Después de todo, es un bello cadáver.
Podría tambien revivirla, si quisiera, pero sería incapaz. Revivir un muerto es quitarle un poco de la vida propia al alquimista, y no sé que tanto más de vida me queda.
Podría ligar sus manos con las mismas vendas que ella ató en mis ojos. Podría hacerla bailar para mi, cual un muñeco alegre, y yo, el titiritero.
Pero el títere solo alegra al expectador, no al teatrero.
Y el cadáver seguirá inerte. Solo yo fingiré estar vivo, para tolerar esta muerte que me apena, aunque ya no me aflije.
En todo caso, acepto resignado su muerte, pero no se si quiera deshacerme del recuerdo. Por ello es que digo: mi novia ha muerto, ¿que haré con su cadáver?
De pronto, me hallo frente a su cadáver. No se, exactamente, cuánto tiempo lleva muerta, solo se que apenas ahora puedo ver su cadáver.
No se qué hacer con sus despojos. Se me hace fácil abandonarlos a la orilla de mi camino; pero siento que quiero velar su cuerpo un poco más. Después de todo, es un bello cadáver.
Podría tambien revivirla, si quisiera, pero sería incapaz. Revivir un muerto es quitarle un poco de la vida propia al alquimista, y no sé que tanto más de vida me queda.
Podría ligar sus manos con las mismas vendas que ella ató en mis ojos. Podría hacerla bailar para mi, cual un muñeco alegre, y yo, el titiritero.
Pero el títere solo alegra al expectador, no al teatrero.
Y el cadáver seguirá inerte. Solo yo fingiré estar vivo, para tolerar esta muerte que me apena, aunque ya no me aflije.
En todo caso, acepto resignado su muerte, pero no se si quiera deshacerme del recuerdo. Por ello es que digo: mi novia ha muerto, ¿que haré con su cadáver?
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